Roger Hodgson hizo un viaje al pasado
Tomado del diario venezolano EL NACIONAL. Escribe: Lorena Meléndez.
Tomado del diario venezolano EL NACIONAL. Escribe: Lorena Meléndez.
El co fundador y líder de Supertramp ofreció un concierto de impregnado con los aires nostálgicos de los setenta. Sus seguidores se montaron en una suerte de máquina del tiempo que los transportó a los mejores años de la banda a través de The logical song, American breakfast y Dreamers. Lea: Entrevista a Roger Hodgson
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La noche el martes un grupo de personas en la terraza del Centro Sambil experimentaron un viaje al pasado y un regreso a aquellas canciones que se convirtieron en una época determinada en los sonidos que marcaban sus vidas. Un solo hombre fue el piloto de una travesía que duró poco más de hora y media y que fue conducida por una aguda voz que rememoró los momentos inquietos y de juventud de la década de los 70 y principio de los 80. El nombre de este mago es Roger Hodgson.
Antes de entrar al recinto en donde se llevó a cabo esta transportación a los años dorados de Supertramp, en la planta más superior del centro comercial podían verse largas colas de personas, todas más allá de los cuarenta, preparados con chaquetas de piel, pahsminas y elegantes suéteres para menguar el frío y disfrutar del recital que quisieron ver durante su adolescencia en el país y nunca se concretó.
Para entrar en la onda retro, Pedro Castillo interpretó en una presentación de apenas 30 minutos temas que alguna vez entonó junto a Témpano, PPS y Aditus, además de cortas versiones de clásicos del rock anglo que le sirvieron como excusa para presentarse en los locales nocturnos con talento vivo cuando su nombre aún no sonaba. El músico, con nada más que el acompañamiento de su guitarra y una pequeña gala de su buen sentido del humor, logró encender los motores de la máquina del tiempo con melodías tan emblemáticas de una época como Quiero ser tu héroe, No te vayas ahora, No te pueden apagar y Victoria.
La hora del viaje
Con varios años de más, pero con la misma sonrisa cálida y el cabello largo y suelto, el ex vocalista del grupo de rock progresivo británico salió al escenario con un atuendo completamente blanco, de camisa y pantalón ancho a la cintura y zapatos cómodos para hacer más llevadero el paseo que haría entre los teclados, la guitarra y el piano de cola.
Tras haberse sentado frente a su teclado, luego de las 9:20 pm, se dejaron escuchar las notas de Take the long way home. Un breve paréntesis para decir "Well, well, buenas noches" fue preciso para que el músico expresara que hacía tiempo que quería venir a Venezuela y que le gustaba su público.
Give a little bit, Love is in the wind e If I can't have you fueron algunos de los temas que hicieron funcionar a toda máquina el transportador, que llegó a velocidades inesperadas en canciones como Breakfast in America, la primera en levantar al público del asiento.
La atmósfera de antaño era tal que, si se veía a Hodgson en las pantallas laterales, se hacía presente la sensación de estar observando un video vetusto de un concierto de los ochenta, con un sonido impecable y totalmente digitalizado. La imagen era contrastada con los rostros y la vestimenta de los jóvenes que acompañaron al británico en su gira Latinoamericana, pues ninguno debía tener más de 32 años.
Las luces comenzaron a jugar con los colores en una tarima que lucía un tanto vacía y una escenografía pobremente trabajada. Along came Mary, A soapbox opera y The more I look siguieron con el recital en el que ya se respiraba el encanto de la música que se hacía seis lustros atrás.Hodgson seguía tocando fiel a su tic de pianista que marcaba cada compás con el movimiento continuo de su pierna de arriba a abajo.
"Cuando era joven tenía muchas preguntas (...) nunca es bueno sentir que tienes todas las respuestas. Algunas de estas preguntas las puse en mis canciones, esta es una de ellas". La intervención sirvió para introducir The logical song en el repertorio. De nuevo el público de pie, preguntando al vacío "Tell me who I am!" (Dime quién soy!), y aplaudiendo largamente cuando el momento culminó.
Seguidamente se escucharon canciones como Don't leave now, Dreamer y Fool's overture con la que el británico, cuya aguda voz se mantiene intacta, pretendió cerrar la noche. Tras cinco minutos de ovación y varios inquietos que se levantaron de sus sillas para acercarse al borde del escenario cual paparazzis, la velada terminó al ritmo de School e It's rain again, dejando en el aire la experiencia de un viaje hacia los sonidos de Supertramp y el soundtrack de la vida de muchos.
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La noche el martes un grupo de personas en la terraza del Centro Sambil experimentaron un viaje al pasado y un regreso a aquellas canciones que se convirtieron en una época determinada en los sonidos que marcaban sus vidas. Un solo hombre fue el piloto de una travesía que duró poco más de hora y media y que fue conducida por una aguda voz que rememoró los momentos inquietos y de juventud de la década de los 70 y principio de los 80. El nombre de este mago es Roger Hodgson.
Antes de entrar al recinto en donde se llevó a cabo esta transportación a los años dorados de Supertramp, en la planta más superior del centro comercial podían verse largas colas de personas, todas más allá de los cuarenta, preparados con chaquetas de piel, pahsminas y elegantes suéteres para menguar el frío y disfrutar del recital que quisieron ver durante su adolescencia en el país y nunca se concretó.
Para entrar en la onda retro, Pedro Castillo interpretó en una presentación de apenas 30 minutos temas que alguna vez entonó junto a Témpano, PPS y Aditus, además de cortas versiones de clásicos del rock anglo que le sirvieron como excusa para presentarse en los locales nocturnos con talento vivo cuando su nombre aún no sonaba. El músico, con nada más que el acompañamiento de su guitarra y una pequeña gala de su buen sentido del humor, logró encender los motores de la máquina del tiempo con melodías tan emblemáticas de una época como Quiero ser tu héroe, No te vayas ahora, No te pueden apagar y Victoria.
La hora del viaje
Con varios años de más, pero con la misma sonrisa cálida y el cabello largo y suelto, el ex vocalista del grupo de rock progresivo británico salió al escenario con un atuendo completamente blanco, de camisa y pantalón ancho a la cintura y zapatos cómodos para hacer más llevadero el paseo que haría entre los teclados, la guitarra y el piano de cola.
Tras haberse sentado frente a su teclado, luego de las 9:20 pm, se dejaron escuchar las notas de Take the long way home. Un breve paréntesis para decir "Well, well, buenas noches" fue preciso para que el músico expresara que hacía tiempo que quería venir a Venezuela y que le gustaba su público.
Give a little bit, Love is in the wind e If I can't have you fueron algunos de los temas que hicieron funcionar a toda máquina el transportador, que llegó a velocidades inesperadas en canciones como Breakfast in America, la primera en levantar al público del asiento.
La atmósfera de antaño era tal que, si se veía a Hodgson en las pantallas laterales, se hacía presente la sensación de estar observando un video vetusto de un concierto de los ochenta, con un sonido impecable y totalmente digitalizado. La imagen era contrastada con los rostros y la vestimenta de los jóvenes que acompañaron al británico en su gira Latinoamericana, pues ninguno debía tener más de 32 años.
Las luces comenzaron a jugar con los colores en una tarima que lucía un tanto vacía y una escenografía pobremente trabajada. Along came Mary, A soapbox opera y The more I look siguieron con el recital en el que ya se respiraba el encanto de la música que se hacía seis lustros atrás.Hodgson seguía tocando fiel a su tic de pianista que marcaba cada compás con el movimiento continuo de su pierna de arriba a abajo.
"Cuando era joven tenía muchas preguntas (...) nunca es bueno sentir que tienes todas las respuestas. Algunas de estas preguntas las puse en mis canciones, esta es una de ellas". La intervención sirvió para introducir The logical song en el repertorio. De nuevo el público de pie, preguntando al vacío "Tell me who I am!" (Dime quién soy!), y aplaudiendo largamente cuando el momento culminó.
Seguidamente se escucharon canciones como Don't leave now, Dreamer y Fool's overture con la que el británico, cuya aguda voz se mantiene intacta, pretendió cerrar la noche. Tras cinco minutos de ovación y varios inquietos que se levantaron de sus sillas para acercarse al borde del escenario cual paparazzis, la velada terminó al ritmo de School e It's rain again, dejando en el aire la experiencia de un viaje hacia los sonidos de Supertramp y el soundtrack de la vida de muchos.
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